La disciplina no tiene el objetivo de destruir a una persona, al contrario el fin de la disciplina es llevarlo a la corrección, al punto en el que la persona reconoce su mal proceder. La disciplina, la correcta disciplina, forma, construye e instruye.Cuando estamos siendo disciplinados por el Señor, debemos tener paciencia y recordar que Dios sabe lo que hace por y con nosotros. Es el momento justo para autoevaluarnos y determinar qué está mal en nosotros, y así tomar las decisiones que nos ayuden a cambiar.
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