Isabel la católica |
La primera
de ellas es que muestra la continuidad entre las ansias reformadoras que hemos
visto anteriormente, y los acontecimientos del siglo XVI. Lutero no apareció en
medio del vacío, sino que fue el resultado de los “sueños frustrados” de
generaciones anteriores. Y su protesta tomó la dirección que es de todos sabida
debido en parte a condiciones políticas que se relacionaban estrechamente con
la hegemonía española.
La segunda
ventaja de nuestro punto de partida es que nos ayuda a trazar el marco político
dentro del cual tuvieron lugar acontecimientos que frecuentemente se describen
en un plano puramente teológico. Catalina de Aragón, la primera esposa a quien
Enrique VIII de Inglaterra repudió, era hija de Isabel.
Carlos V,
el emperador a quien Lutero se enfrentó en Worms, era nieto de la gran reina
española, y por tanto sobrino de Catalina. Felipe II, el hijo de Carlos V y
bisnieto de Isabel, se casó con su prima segunda María Tudor, reina de
Inglaterra y nieta de Isabel. Todo esto, que presentado tan rápidamente puede
parecer muy complicado, será explicado más adelante en el curso de esta
historia. Lo hacemos constar aquí sencillamente para mostrar la importancia de
Isabel y su descendencia en todo el proceso político y religioso del siglo XVI.
Por último,
desde nuestra perspectiva hispánica, este punto de partida nos ayuda a corregir
varias falsas impresiones que podamos haber recibido de una historia escrita
principalmente desde una perspectiva alemana o anglosajona. Durante la época de
la Reforma, España era un centro de actividad intelectual y reformadora. Si
bien es cierto que la Inquisición fue frecuentemente una fuerza opresora, no es
menos cierto que en muchos otros países, tanto católicos como protestantes,
había otras fuerzas de la misma índole. Además, mucho antes de la protesta de
Lutero, las ansias reformadoras se habían [Vol. 2, Page 22] posesionado de
buena parte de España, precisamente gracias a la obra de Isabel y sus
colaboradores. La Reforma católica, que muchas veces recibe el nombre de
“Contrarreforma”, resulta ser anterior a la protestante, si no nos olvidamos de
lo que estaba teniendo lugar en España en tiempos de Isabel, y a principios del
reinado de Carlos V.
Tampoco
debemos olvidar que esta “era de los reformadores” que ahora estudiamos fue la
misma “era de los conquistadores” a que dedicaremos la próxima sección. Para la
historia escrita desde una perspectiva alemana o anglosajona, la conquista de
América por los pueblos ibéricos tiene poca importancia, y aparece como un
apéndice a los acontecimientos supuestamente más importantes que estaban
teniendo lugar en Alemania, Suiza, Inglaterra y Escocia. Pero el hecho es que
esa conquista fue de tanta importancia para la historia del cristianismo como
lo fue la Reforma protestante. Y ambos acontecimientos tuvieron lugar al mismo
tiempo.
Para
subrayar esa concordancia cronológica entre la “era de los reformadores” y la
“era de los conquistadores”, hemos decidido comenzar ambas secciones con el
mismo personaje, frecuentemente olvidado en la historia eclesiástica, en quien
se encuentran tanto las raíces de la Reforma como las de la Conquista: Isabel de
Castilla, “la Católica”. Esto a su vez quiere decir que al tratar de Isabel en
esta sección dirigiremos nuestra atención casi exclusivamente hacia su labor
reformadora, dejando para la próxima todo lo que se refiere a su marcha hacia
el trono, la conquista de Granada, el descubrimiento de América, y las primeras
medidas colonizadoras y evangelizadoras.
Fuente: GONZALES, JUSTO L. 1994 Historia
del Cristianismo Tomo 2. Desde la Era de la Reforma hasta la Era Inconclusa,
Editorial Caribe, Miami, Fla, pag.21-22
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